Los dos niños habían llegado bien abrigados. Manuel Alejandro, de tres años, con una chaqueta de jean negra; Fabiana, de 10 meses, con una rosada.
Tras un par de tomas fotográficas junto a su papá, el cantante Manuel Araúz, los tres se cambiaron de atuendo. El niño con una camisa de cuadros rojos (vestido igualito a su papá) y la niña con un vestido estampado de cerezas en combinación.
“Es lo mejor que me ha pasado en la vida. Uno cree que tener un hijo es solo un sinnúmero de responsabilidades, ¡pero es más que eso! Es disfrutar de un amor puro e incondicional día a día, saber que se convierten en parte de ti”, expresa el también músico y empresario nacido en Chiriquí.
Reconoce que es muy distinta la experiencia de un segundo hijo versus el primero; es el mismo amor, pero con el segundo ya sabe qué hacer y cómo hacerlo. “Con Fabiana es todo más fácil. Eso sí, se porta un poquito mal (risas)”.
Sus familiares más cercanos y sus amigos le dicen que Manuel Alejandro es su versión en miniatura. “Ya mi esposa lo aceptó”. Fabiana tiene más rasgos de la mamá, pero heredó el cabello de papá.
Relata que su buen amigo Ricky Ramírez le dijo, como consejo, que los hijos cambian la vida “y que nosotros tenemos que asumir el reto de llevarlos de la mejor manera por la vida”.
Con respecto al talento musical, menciona que su hijo mayor ya afina y lleva el tiempo casi perfecto. “Fabi aún está muy chiquita, pero estoy seguro de que también tendrá esa chispa de talento”.