La maternidad me ha hecho replantearme muchísimas cosas. Y aunque apenas llevo unos meses en este nuevo rol, mi hija ya me está enseñando más de lo que imaginé. Desde que Bruna llegó al mundo, también nació una nueva versión de mí: una Sheldry que está experimentando muchas cosas por primera vez.
Quiero compartir contigo cinco lecciones que me ha dejado este viaje de amor, descubrimiento y transformación llamado maternidad.
1. La maternidad es un portal para los juicios
Aunque suena fuerte, es real. Ser mamá abre la puerta a todo tipo de opiniones: desde por qué fuiste cesárea, si eres LME o no, qué comes y qué no mientras estás dando leche materna, si trabajas o te quedas en casa, en fin… llegan juicios disfrazados de consejos. Muchas veces vienen con buena intención; pero cuando todo es nuevo, esas opiniones pueden hacerte dudar de ti misma, de tus decisiones y de si lo estás haciendo bien. Si algo he aprendido, es que, como mamá, uno hace lo que considera mejor para su bebé y ya eso es suficiente. Cada mujer tiene derecho a descubrirse a sí misma como mamá, un rol que no viene con un manual y definitivamente, no hay una sola forma correcta de hacer las cosas.
2. No hay días perfectamente planificados
Como se imaginarán, esto ha sido un reto para mí, soy una mujer de agenda que ama tener todo bajo control. Ahora mis días se construyen sobre la marcha. Aunque intento mantener cierta estructura, aprendí que los hijos llegan a enseñarte que hay un orden perfecto y mágico en el desorden. Sin duda, esta nueva dinámica me ha enseñado a fluir, a soltar el perfeccionismo y a enfocarme en lo realmente importante.
3. No hay rol más importante
Sigo creyendo en el valor del crecimiento profesional de la mujer, pero Bruna me ha mostrado que este es un llamado noble, lleno de retos, pero también de un amor incondicional que te transforma. A veces, como muchas de ustedes, he pensado en dejar todo y dedicarme únicamente a la maternidad. Pero también sé que tengo sueños, pasiones y metas por cumplir. Vivo en una dualidad constante, tratando de encontrar un balance, y reconociendo que ambas partes de mí son válidas y necesarias.
4. No compararse es clave
La maternidad te tienta a compararte: los hitos de desarrollo, lo que otras mamás hacen o no hacen... Pero ningún bebé ni mamá es igual, esto lo aprendí desde el embarazo. En este camino, tu mayor aliada es tu intuición. Nadie conoce mejor a tu bebé que tú. Confía en ti. Tu instinto no falla.
5. Mamá es mamá
Sí, aunque la paternidad ha evolucionado y cada vez hay más hombres presentes, amorosos y comprometidos, mamá es mamá. Es una entrega total, física y emocional. Es un vínculo único, que no se puede explicar. Puede haber 10 personas en una sala; pero mi hija me ve a mí, con eso se los digo todo.
¡Si tú también estás en este camino, recuerda: tu bebé no necesita una mamá perfecta, ¡sino una mamá presente!
Besos,
Sheldry.