… anda el Señor”. Escuché esta frase en la homilía del domingo pasado y se me ha quedado grabada. No porque yo ande con frecuencia entre “pucheros, es decir ollas y calderos” lo cual es cierto, sino por el significado tan importante que estas palabras sencillas de Santa Teresa de Ávila quisieron transmitir al pronunciarlas.
Confieso mi ignorancia en cuanto a esta cita específica y antes de desbocarme a asignarle su autoría me fui a buscar información al respecto. La primera parada fue Google y allí encontré que era del capítulo 5 del libro de Las Fundaciones. Lo busqué, me leí todo el capítulo 5 y el 6 también y no la encontré por ningún lado. Crece la duda sobre la procedencia así es que sigo buscando y me vuelvo más específica en la segunda vuelta.
En esta ocasión me dirijo a ChatGPT y le pido que me diga exactamente en qué lugar de dicha obra está la frase en cuestión. Entonces la señorita esa me contesta que no está en ninguna de sus obras, no señor, se encuentra en una carta que Santa Teresa le escribe a Sor María de San José, a la fecha priora del convento de Sevilla. La fecha 1577 y menciona además que es la carta 157 de la edición Cartas de Santa Teresa. Ya me sentí más cerca. Una parada más. Cartas de Santa Teresa. Encuentro el volumen, pero me toma un par de clics llegar a la carta 157 y verificar que efectivamente, se la dirigió a la priora del convento de Sevilla.
El contexto en que escribe dicha frase es el siguiente: “No es menester ir a rincones apartados para hablar con Dios, que hasta entre los pucheros anda el Señor.” Es decir, en cualquier sitio podemos hablar con Dios, incluso en la oscuridad y el ruido de una cocina llena de trastes. Esto último de la oscuridad y los trastes lo añadí yo pues así me imagino las cocinas de aquellos conventos en los que se preparaban comidas para muchas monjas, novicias y otro montón de gente. Para muchos será difícil imaginar eso pues ya casi no hay monjas, ni curas ni personajes preparándose para esta carrera. Pero bueno, ese es otro tema.
Lo de hoy es no enredarse buscando a Dios en lugares complicados, no buscar de excusa que “no tenemos un lugar apropiado para rezar” cuando tenemos todo el planeta Tierra a nuestra disposición con todos sus rincones, incluyendo aquellos de lugar donde habitamos y que estoy segura de que alguna regadera/ducha tendrá para encerrarse a conversar con Dios. Así de fácil como los ´cocinaos´ de la chef Sofy Durán.
Honestamente, en este mundo patas arriba que nos tiene bien enredados, es cuando más se necesita la oración, cualquier oración, la que a usted más le guste. La del librito de sexto grado, la de la estampita de la abuela, la de la novena de su santo patrón, o sencillamente una conversación honesta y directa con el Barbón, que suele ser de mucha utilidad porque tiene la costumbre de “contestarnos”, es decir mandarnos un mensaje sobre lo que piensa acerca de nuestro enredo. Y si no estamos enredados, mejor, entonces a dar gracias por el poder levantarnos cada mañana y ver un camino despejado. Digo yo. Amén
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