Leo esta frase y mi primer impulso es buscar su autor. Todo parece indicar que no lo tiene, que es simplemente una especie de refrán muy gustado que se ha venido repitiendo por muchos años. Claro, así nacen los refranes, algunos más interesantes que otros, pero todos con algo de sabiduría.

Cierto es que en este mundo automático muchas veces caemos en el pecado de hablar sin pensar sin darnos cuenta de que una palabrita dicha en el momento inadecuado puede causar una herida de por vida. Están aquellas propias de ciertas edades que, por alguna misteriosa razón, todos sabemos que alguna vez nos tocará escucharlas.

Por ejemplo, aquellos padres con hijos que se acercan a la adolescencia reciben ríos de información de aquellos que ya superaron la etapa. Cosas como: cada vez que le niegues un permiso va a tirar la puerta del cuarto mientras grita un “te odio”. Nos advierten también que el odio es pasajero y que en corto tiempo el gritón llegará pidiendo perdón y confirmando que sigue queriendo a sus padres.

Hay otras mucho más peligrosas como aquellas que padres, sin ánimo de hacer daño, dicen a sus hijos. “Ese peinado te queda horrible o no soporto que me sigas trayendo fracasos en el boletín o no sé a quién saliste tan irresponsable”. Y no es que los padres se deban abstener de corregir a sus hijos cuando vean que van por un camino que no conviene, solo que es importante usar, no solo las palabras, sino también el lenguaje corporal correctos. Momento este en que se aplica otro dicho que manifiesta “no es lo que digas sino como lo digas”.

Estas palabras que hieren frente a otras que quizás pensamos, pero no decimos causan, como he mencionado, en muchas ocasiones heridas que perduran en el tiempo y que marcan a los receptores de forma negativa.

Pensando en estas acciones no puedo menos que traer al tapete lo que se comunica a diario en redes sociales, sitio que se ha convertido en ocasión para mentir, compartir noticias falsas, para difamar y otra serie de atrocidades. Creo en las redes, bien usadas son un medio de comunicación eficaz, nos ayudan a encontrar viejos amigos a quienes les hemos perdido la pista y a comunicar datos interesantes y veraces, pero todos sabemos que no siempre eso es lo que ocurre y si antes a un chico sus amigos le hacían bullying en el colegio hoy en día el acoso se comparte a nivel mundial

Ahí les dejo ese pensamiento para que todos cada día cuando sintamos deseos de emitir palabras o juicios hirientes pensemos antes si estos suman o restan. Una buena forma que es útil para dilucidar la duda es preguntarnos antes de hablar ¿cómo me sentiría si alguien me dijera lo que estoy por decir? Especialmente importante es evitar emitir juicios en momentos de rabia, estos nunca llevan a nada bueno. Antes de preguntarse sobre la validez de su juicio, respire hondo, cuente hasta diez y decida.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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