No sé si a ustedes les ha pasado alguna vez que están pensando en platanitos y de repente su computadora o teléfono celular le aparecen diez recetas con plátano verde o la historia de cómo los plátanos llegaron al continente americano o, no sé, cualquier cosa ´platanosa´. A mí cuando me ocurre eso me quiere dar una especie de ataque de pánico porque siento que estos aparatos de meten en mi cabeza sin preaviso y sin que yo siquiera haya deambulado por el tema en cuestión, es decir, no he preguntado nada sobre plátanos en los últimos seis meses y de repente las máquinas saben que yo pienso en platanitos. ¡Qué susto! Pero ese no es el tema de hoy… aunque un poco sí.
Estaba yo revisando mi lista de posibles temas para esta columna en las notas de mi teléfono y de la nada me aparece un “aviso” sobre una intervención de Pablo Motos, el conductor del programa El Hormiguero que como título decía “Marcharse a tiempo”. No me pude contener, la curiosidad fue mucha y dejé lo que estaba haciendo para escuchar lo que tenía que decir.
En la citada reflexión Motos empezaba diciendo que alguien le había preguntado qué era lo más inteligente que una persona podía hacer. Como respuesta el citaba a un amigo que le había comentado que lo más inteligente que se podía hacer en la vida era “marcharse a tiempo”. Motos estuvo “de acuerdísimo” con esta afirmación y procedió a explicar por qué. Fue tan sencilla y tan lógica su aclaración que no puede uno menos que quedarse pensando cómo no se me ocurrió antes.
Y es que el marcharse a tiempo se aplica para todas y cada una de las situaciones con las que uno se enfrenta —excepto una, aclara Motos y esa es la vida— y va listando desde un empleo que te tortura hasta una fiesta que va por mal camino. En el medio hay relaciones que no funcionan, una adicción, en fin, todos conocemos más de una instancia en la que marcharnos a tiempo hubiera sido la solución.
Sabemos también que no siempre logramos esa salida que nos abriría nuevas puertas, llámese por inseguridad, por miedo, por apego a lo conocido o a reglas sociales de las que no logramos zafarnos. Razones para quedarnos en aquel lugar, persona o cosa que nos hace infelices hay muchas, alguna quizás válida, pero en general autoimpuestas y sin base lógica.
Me encantó cuando amplió sobre el punto que mencioné arriba en el que detalla que de la vida no hay que irse porque muchas veces cuando pensamos que ya no damos más “la vida nos sorprende con un as en la manga cuando ya no esperamos nada de ella”. ¡Cuánta verdad hay en esa corta frase! Y para cerrar con broche de oro su corta intervención nos dice sobre la vida “No vaya a ser que cuando piensas que ya no aguantas más te espere lo mejor”. No hay que decir más.
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