Cineasta. Eso fue lo primero que quiso ser la joven Graciela Iturbide cuando se inscribió en la universidad en 1969. Pero dos cosas torcieron ese destino. La primera: uno de sus profesores era el maestro fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, y ella empezó a trabajar como su asistente. Era un puesto que no era muy peleado, porque todos aspiraban a ser directores de cine.
La segunda: descubrió que, para hacer audiovisuales, se necesitaban grandes equipos y muy pesados en esa época. En cambio, una cámara fotográfica era más fácil de llevar. Con ella podía viajar, moverse, conocer el mundo. Ese mundo iba a incluir Panamá.
Latinoamérica celebra que Graciela Iturbide, consagrada maestra de la imagen en blanco y negro y referente de la fotografía en la región, obtuviera hace unos días el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025.
La Fundación Princesa de Asturias elogió su obra como “fundamental para comprender la evolución de la fotografía en México y en el resto de América Latina”, según la agencia de noticias EFE.
Su trabajo ha sido expuesto en el Centre Pompidou, el Paul Getty Museum y el Museo de Arte Moderno de San Francisco, entre otros. En 2008 recibió el Premio Hasselblad, la reconocida distinción de fotografía internacional.
Nació en 1942. Iturbide ha mirado a través de su lente a las personas y su cotidianidad, en especial a las poblaciones indígenas y campesinas. Siempre rechazó las etiquetas como las del realismo mágico para su obra.
Iturbide visitó el istmo en diferentes ocasiones entre los años 1973 y 1982. Llegó por primera vez invitada a un Congreso por la Paz y regresó motivada por el interés en las comunidades indígenas y en el proceso político que vivía el país. Panamá era entonces gobernado por una dictadura militar, liderada por Omar Torrijos. Uno de los temas de discusión entonces era la soberanía de Panamá sobre las tierras del Canal. En 1977 Panamá firmaría el tratado Torrijos Carter, que acordó la devolución total con el cambio de siglo.
Graciela Iturbide junto a sus fotos del Panamá de 1970. Exhibición realizada en 2018.
La fotógrafa recorrió barrios populares como El Chorrillo y El Marañón, convivió con comunidades gunas por más de un mes, y retrató la vida cotidiana con una mirada íntima y respetuosa. “Este fue uno de mis primeros trabajos, entonces para mí era muy interesante, sobre todo la amabilidad de la gente. Me dejaban entrar a sus casas. Era lindo”, contó en una entrevista con Revista Ellas en 2018.
También visitó la antigua Zona del Canal, experiencia que recordó como impactante: “Fue una diferencia tremenda. Creo que es la frontera más fuerte que hay entre Estados Unidos y algún país, porque era territorio norteamericano”. En medio de esos viajes conoció al general Omar Torrijos, en una visita a la región que hoy es la comarca Ngäbe-Buglé. Su figura aparece en varias imágenes de su archivo, no como centro de su obra, sino como parte de las escenas que documentaba.
En 2018, Iturbide regresó a Panamá con la exposición “Panamá en la mirada de Graciela Iturbide”, curada por Mónica Kupfer y Walo Araújo, presentada en el Centro Cultural de España – Casa del Soldado. La muestra reunió parte de su archivo panameño, captado en los años 70. La fotógrafa consideró esa exhibición un gesto de reciprocidad: “Ese material debía venir a Panamá como un regalo de mi parte, porque esto era lo que tenía que ser”.
La fotógrafa del tiempo
El Premio Princesa de Asturias de las Artes es uno de los ocho galardones internacionales que entrega cada año la Fundación Princesa de Asturias en España. Reconoce los aportes de personas, agrupaciones o instituciones dedicadas a la arquitectura, cine, danza, escultura, música, pintura y otras expresiones artísticas, que han aportado al patrimonio cultural de la humanidad. En 2023 el premio de las artes fue concedido a Meryl Streep y en 2024 a Joan Manuel Serrat.
La ceremonia de entrega está prevista para el 25 de octubre en Oviedo, España y como ya es tradición es presidida por la familia real, y en especial la princesa Leonor, heredera al trono español.
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