Conmovida por el abandono, maltrato y el sufrimiento que padecen numerosos animales en las calles de nuestro país, Laura Ospina decidió fundar Huellitas Panamá en 2011, una organización sin fines de lucro dedicada al rescate de gatos, con el propósito de brindarles una segunda oportunidad.

Ospina también es la dueña de Cleo Cat Café, la primera cafetería con gatos en Panamá. La iniciativa promueve la adopción responsable de los felinos conforme a protocolos establecidos.

Hace 15 años, Laura, oriunda de Colombia, vino a Panamá para trabajar en su empresa de diseño y arquitectura. Más adelante, empezó a rescatar perros de manera independiente.

De no querer gatos a salvar más de 100: Laura Ospina y el poder transformador del amor felino

Laura Ospina posando bajo el lente del fotógrafo de La Prensa Richard Bonilla.

Confesó que en un principio no le gustaban los felinos, pero todo cambió cuando su gatita tuxedo Cleo, apareció en su oficina siendo apenas una bebé, como una señal del destino

Cleito me acompañaba todos los días y se acostaba a descansar encima de mi escritorio. Decidí esterilizarla y le dije a mi esposo que la llevaría a la casa solo para cuidarla durante su recuperación. Nueve años después, sigo todavía cuidando esa herida de la cirugía”, contó Laura en entrevista exclusiva con ELLAS.

“Hay una leyenda que dice que los gatos llegan a nuestra vida con una misión. Estoy segura de que Cleo llegó para despertar en mí un amor que no sabía que existía, y para mostrarme que muchos como ella necesitaban ayuda”, expresó.

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Laura Ospina es la fundadora de Huellitas Panamá y dueña de Cleo Cat Café. Foto: LP/ Richard Bonilla.

Aparte de Cleo, Ospina tiene otras tres gatas en su residencia: Mía, de cinco años; Tabby, de dos; y Miel, de un año.

Detrás de la labor de Huellitas Panamá

En sus 10 años de labor como rescatista independiente, la fundadora de la organización ha logrado cambiar la vida a más de 100 animales.

A través de los seguidores de Huellitas Panamá, Laura recibe donaciones que le permiten cubrir los gastos médicos de los michis, incluyendo las hospitalizaciones, cirugías y los tratamientos.

Además, comparte en las redes sociales de la fundación la historia de cada gato rescatado, documentando desde el momento en que fueron encontrados hasta el día en que finalmente son adoptados o no lograron sobrevivir.

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“Lamentablemente, muchos de ellos son rechazados por la sociedad y percibidos erróneamente como animales de las basuras o portadores de enfermedades", explicó Laura. Foto: LP/ Richard Bonilla

Cada día, la activista recibe decenas de reportes diarios de mininos abandonados y maltratados. Intenta no ir a rescatar al gato, porque la idea es que quien lo reporta también se comprometa y se involucre. “Me conozco, y sé que si voy a una zona roja donde hay animales heridos o hambrientos, me voy a enloquecer en querer en llevármelos a todos”.

Su compromiso la ha llevado a enfrentar situaciones dolorosas, asistiendo a gatos que han sido quemados, macheteados, fracturados, atropellados y envenenados. “Me encargo de llevarlos al veterinario, visitarlos y acompañarlos en todo su proceso de recuperación, tanto físico como emocionalmente”, continuó.

“Lamentablemente, muchos de ellos son rechazados por la sociedad y percibidos erróneamente como animales de las basuras o portadores de enfermedades. La realidad es que son criaturas nobles e indefensas que solo buscan amor, respeto y un hogar donde pueda sentirse a salvo”, aclaró.

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Laura Ospina rescata gatitos en situación de abandono y les brinda una segunda oportunidad, ayudándolos a encontrar un nuevo hogar. Foto: Dixon Santamaría.

Para ella, lidiar con la parte emocional ha sido difícil, y en más de una ocasión, ha pensado en rendirse. “Por mucho que uno haga, a veces sientes que no es suficiente. Mientras estás rescatando a un gato, te reportan otros 15, y a esos tengo que decirles que no puedo ayudarlos con el corazón en la mano. Tengo un límite, tanto con los gatos que ya están listos para ser adoptados como con los que siguen hospitalizados en la veterinaria”, declaró.

Otra situación complicada es cuando debe escoger la decisión de dejarlos ir. En la mayoría de los casos, varios le llegan en malas condiciones. “Cuando debo recurrir a la eutanasia, siempre me pongo como meta estar con ellos en ese último momento, mientras les aplican la inyección. Ese día terminó sin ánimos, pero para mí es una promesa personal: si se van, se van conmigo”, sostuvo.

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A los gatos que ingresan por primera vez a la cafetería se les coloca un collar con feromonas para ayudarlos a adaptarse al nuevo entorno. Foto: LP/ Richard Bonilla.

El primer cat café en Panamá

Detrás del Centro de Convenciones Atlapa, en San Francisco, se encuentra Cleo Cat Café. La cafetería tiene el nombre en honor a su gatita tuxedo.

La idea de montar el Cat Café surgió en Laura cuando se encontraba en Singapur de viaje con su esposo. Le mencionó a su pareja que esta era la forma perfecta para dar a conocer a los “gatitos adultos”, que son los que menos oportunidades tienen de ser adoptados en las ferias.

“El sueño quedó en pausa porque requería de una inversión considerable para montarlo. (...) Hace tres años, estaba conversando con una persona cercana, le mostré el proyecto y quedó enamorada. Me ayudó con un préstamo para hacer realidad este propósito”, indicó.

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Ubicada en San Francisco, se encuentra Cleo Cat Café. Foto: LP/ Richard Bonilla.

Antes de llegar al café, estos felinos han sido previamente evaluados, vacunados, esterilizados y recuperados mediante la Fundación Huellitas Panamá. Luego son trasladado a un hogar temporal, donde pasa por un periodo de cuarentena mientras se adapta y aprende a interactuar tanto con gatos y personas. Posteriormente, ingresan a la cafetería.

Actualmente, Cleo Cat Café alberga a 13 gatos adultos, disponibles para adopción. Desde su apertura en marzo de 2021, ha logrado concretar 193 adopciones exitosas.

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Los gatos que entran a la cafetería han sido previamente evaluados, vacunados, esterilizados y recuperados mediante la Fundación Huellitas Panamá. Foto: Virginie Vergara.

Mientras ellos juegan, duermen y se pasean, los asistentes podrán disfrutar de comidas, bebidas y postres. El menú del local presenta una selección de platos, cuyos nombres están compuestos por términos relacionados con el mundo de los gatos. Por ejemplo, catpuccino en lugar de capuchino o tres leches convertido en tres michis.

También te recibe un mural con fotos de los gatitos que han sido adoptados. Al ingresar a la tienda encontrarás una pequeña boutique con productos para los felinos (arena, comida, medicina y juguetes) y para ti si eres un catlover.

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El mural con fotos de los gatitos que han sido adoptados. En el centro se encuentra Cleo, la gatita tuxedo de Laura Ospina. Foto: LP/ Richard Bonilla.

Los gatos que viven en la cafetería cuentan con un arenero, ubicado en un cuarto especial, separado del área de comida.

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El espacio está rodeado de lugares para ellos: corredores, rascadores, repisas y puentes para que jueguen. Foto: Dixon Santamaría.

Reglamentos en el área del café

La prioridad de Cleo Cat Café es el bienestar de los animales. Dentro de la cafetería hay una serie de reglamentos. La propietaria del café enfatiza la importancia de que los visitantes respeten el ‘espacio de los gatos en el recinto’.

“Si están durmiendo, es importante no invadir su descanso, no cargarlos y tampoco ofrecerles la comida que estás consumiendo”, dijo. “Puedes acariciarlos, tomarles fotos (sin flash) y acercarte a ellos durante tu visita al café, siempre que sigas las normas establecidas”, afirmó.

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El establecimiento alberga a 13 gatos adultos, disponibles para adopción. Foto: Virginie Vergara.

La edad mínima para ingresar al área del café es de siete años en adelante. Se permiten tres niños menores de 12 años en cada turno de visita.

Adopta a un gato

El proceso de adopción está regido por un protocolo estricto que exige que el adoptante sea una persona adulta y responsable.

Laura le entrega a cada individuo un cuestionario, donde tiene varias preguntas. “A través de este formulario detectó ciertos factores importantes. Por ejemplo, si en la casa hay muchos niños, no doy en adopción al gato, ya que podría vivir estresado en un entorno demasiado agitado. Tampoco a extranjeros recién llegados como candidatos, porque un gato no es un juguete temporal, sino un compromiso a largo plazo, que puede extenderse de 10 a 15 años”, señaló la defensora.

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Adoptar un gato implica un compromiso de largo plazo, que puede extenderse de 10 a 15 años. Foto: Virginie Vergara.

Ella realiza un seguimiento de las mascotas adoptadas a través de WhatsApp, donde los adoptantes envían actualizaciones sobre el estado de los gatos. “Es un animalito que entrego con garantía. Si en algún momento no pueden seguir teniéndolo, deben devolvérmelo a mí”, puntualizó.

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Laura Ospina en entrevista exclusiva con revista ELLAS, desde Cleo Cat Café. Foto: LP/ Richard Bonilla.