El Papa Francisco falleció el lunes 21 de abril a las 7:35 a.m hora de Roma a los 88 años de edad en su residencia en la Casa Santa Marta en el Vaticano, según informó el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del Vaticano.
Su última comparecencia ante los feligreses en Roma fue ayer domingo 20 de abril, fecha en la que se celebró la Pascua.
Jorge Mario Bergoglio, nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, fue elegido como el Papa número 266 de la Iglesia Católica el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de su predecesor, Benedicto XVI. Con ello, se convirtió en el primer papa latinoamericano y el primero en adoptar el nombre de Francisco, inspirado en San Francisco de Asís, símbolo de humildad y servicio a los más necesitados.

El papa Francisco mientras bendice a los fieles durante la audiencia general de los miércoles en la Plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano. EFE
Desde el inicio de su pontificado, Francisco se destacó por su estilo sencillo y su cercanía con la gente. Su mensaje se centró en la misericordia, la solidaridad con los pobres y la necesidad de una Iglesia más inclusiva. Rompió con muchas tradiciones del Vaticano, prefiriendo vivir en la Casa de Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico y viajando en vehículos modestos. Además, su papado estuvo marcado por un fuerte llamado a la acción contra el cambio climático, plasmado en su encíclica Laudato Si’, y por su defensa de los migrantes y refugiados en medio de crisis humanitarias globales.
Francisco también impulsó reformas dentro de la Iglesia, buscando mayor transparencia en el manejo financiero del Vaticano y promoviendo un diálogo abierto sobre temas como el papel de la mujer en la Iglesia, el celibato sacerdotal y la inclusión de la comunidad LGBTQ+.
Desde el año pasado, el Vaticano comenzó a informar sobre complicaciones de salud del Papa Francisco. En los meses siguientes, su estado de salud se deterioró, requiriendo hospitalizaciones y tratamientos que limitaron sus apariciones públicas y actividades oficiales.
Su liderazgo trascendió lo religioso, convirtiéndose en una figura influyente en la diplomacia mundial. Fue mediador en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y abogó por la paz en conflictos como el de Ucrania y el Medio Oriente.
Su legado quedará marcado por su lucha por una Iglesia más compasiva, su apertura al diálogo con otras religiones y su constante llamado a la esperanza y la fraternidad.
La Iglesia Católica y el mundo ahora se preparan para el cónclave en el que se elegirá a su sucesor, mientras fieles de todas partes rinden homenaje a su vida y enseñanzas.