Una casa embrujada, fantasmas, demonios, maldiciones y muchas más son las premisas que venden las películas de miedo a sus fanáticos, con la promesa de asustar a la audiencia hasta la médula.
Si este tipo de películas están diseñadas para despertar los peores miedos, ¿por qué hay tantas personas a las que les encanta ir a verlas?
En un artículo publicado por la Universidad de Chile, el doctor Pedro Maldonado afirma que el miedo es intrínseco del ser humano y que incluso nuestro cerebro lo genera a través de las pesadillas mientras dormimos.
“Una de las cosas que el cerebro hace permanentemente es buscar, probar y testear las situaciones para poder saber cómo controlarlas (…) El miedo también es algo que uno puede controlar bajo entrenamiento, de manera de reaccionar de una manera más adecuada y no de una manera completamente irracional”, explica el neurocientífico.
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En ese mismo artículo, se resalta que “desde que los humanos somos humanos contamos historias. Si nos vamos a los cuentos tradicionales o a los mitos, incluso los infantiles, contienen siempre un elemento que es terrorífico, violento y catastrófico (…). Hay algo de la función del terror bajo la forma de la ficción que es muy propio de los recursos que como seres humanos, como sociedades y como cultura, hemos construido para poder lidiar con esos miedos”, explicación que da el psicoanalista Danilo Sanhueza.
Por esta misma línea, el profesor Mathias Clasen, director del Laboratorio de Miedo Recreativo de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, en entrevista con el diario La Nación, detalló que una forma sencilla de verlo es que “los humanos estamos biológicamente diseñados para encontrar placer jugando con el miedo, porque es un mecanismo de aprendizaje”. Este “miedo recreativo” como él explica, es un espacio seguro para practicar el regular nuestra emociones.
Otro punto de vista lo plantea, Jorge Casanueva, crítico de cine especializado en terror, quien, de igual forma entrevistado por La Nación, opinó que el terror atrae porque “es divertido”.
“Creo que el espectador busca, a nivel fisiológico, una descarga de adrenalina. Pero pasarlo mal, a veces, es simplemente entretenido, sobre todo si lo haces con amigos en una sala de cine”, comentó Casanueva.
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La Universidad de Harvard, en un estudio, ofrece su propia explicación, “una de las razones por las que consumimos horror es para experimentar estimulación. La exposición a actos aterradores, o incluso la anticipación de esos actos, puede estimularnos, tanto mental como físicamente, de maneras opuestas: negativamente (en forma de miedo o ansiedad) o positivamente (en forma de excitación o alegría). Por ejemplo, ver un vídeo de terror activa simultáneamente ambos tipos de estimulación, y el mayor placer se experimenta en el momento más aterrador”, se lee en su artículo The Psychology Behind Why We Love (or Hate) Horror.
Harvard también plantea que “las películas de terror pueden ayudarnos a satisfacer (de forma segura) nuestra curiosidad sobre el lado oscuro de la psique humana. Después de todo, en la vida real, es posible que no tengamos la oportunidad de conocer a Hannibal Lecter o deambular por las calles durante La Purga. Como especie intrínsecamente curiosa, muchos de nosotros estamos fascinados por lo que los de nuestra propia especie son capaces de hacer".
Y a ti, ¿te gustan las películas de terror?