Aunque las personas saben que tienen diferentes roles en su vida, es difícil separarlos sobre todo a la hora de comunicarse. En una empresa familiar, alguien puede ser al mismo tiempo mamá y gerente; en un matrimonio, se es padre y esposo. El desafío está en separar esos roles y saber cómo comunicarnos adecuadamente según el contexto. ¿Cuándo se está hablando como padre y no como gerente a un hijo que también es un subordinado? ¿Cuándo, sin notarlo, asumo siempre el rol de padre al hablar con mi pareja, deteriorando la relación?
Estos dilemas cotidianos son una muestra de lo que Javier Barbero abordará en su taller Construyendo Conversaciones en Entornos Cambiantes y Desafiantes, en Panamá este fin de semana. Este especialista utiliza el enfoque del coaching sistémico que se basa en idea de que las personas no actúan de manera aislada, están influenciadas por los sistemas a los que pertenecen: familia, trabajo, grupo religioso. En esta entrevista, Barbero conversa sobre la importancia de la comunicación y cómo gestionar conversaciones significativas en escenarios complejos.
Javier, su enfoque sistémico parece ser lo que diferencia su metodología de otros talleres de comunicación. ¿Qué hace que este abordaje sea único?
La comunicación es una herramienta estratégica fundamental, pero no siempre recibe la atención que merece en los talleres. Nuestro enfoque sistémico no solo se centra en las herramientas de comunicación, sino también en la forma en que las personas se relacionan dentro de un sistema, sea este una organización, una pareja o cualquier otro grupo. Esto permite una mirada única hacia la interacción humana y los procesos de cambio.
¿Cómo llegó al coaching sistémico?
Comencé estudiando Ciencias de la Comunicación porque quería ser periodista, pero una práctica conectando el arte con personas con discapacidades mentales me hizo enamorarme del trabajo con personas. Luego estudié Psicología y más tarde descubrí el coaching, que en ese entonces era una disciplina nueva en Latinoamérica. Conocí el modelo sistémico gracias a un maestro portugués y una experta mexicana, Cate del Rivero, que transformaron mi forma de entender el coaching. Desde entonces, he dedicado mi carrera a este enfoque.
¿Qué caracteriza al coaching sistémico frente a otras metodologías?
El coaching sistémico es un proceso de acompañamiento que se basa en la educación y no en lo psicoterapéutico. Busca ayudar a las personas a encontrar sus propias respuestas mediante preguntas o ejercicios que les permitan descubrir nuevas maneras de mirar y actuar en función de sus objetivos. Este enfoque también reconoce que los sistemas, como las organizaciones o las relaciones personales, tienen necesidades propias que deben ser atendidas para garantizar su equilibrio y sostenibilidad.
Mencionó que gran parte de su trabajo está enfocado en organizaciones. ¿Por qué eligió este ámbito?
Me atrae la complejidad de las organizaciones. Al inicio, el coaching estaba muy orientado a lo organizacional, ya que el trabajo individual no era tan común. Adicionalmente, mi experiencia personal me llevó a reflexionar sobre mi propósito de vida y a enfocar mi energía en proyectos que impactaran a grupos más amplios. Esto me impulsó a trabajar con personas y equipos dentro de empresas.
Su historia personal parece haber influido mucho en su carrera. ¿Cómo ha impactado esto en su estilo de coaching?
En un momento de mi vida, por razones de salud, me enfrenté a la posibilidad de la muerte y me llevó a preguntarme qué quería hacer con mi vida. Elegí vivir y convertir mi experiencia en mi sello personal. Por eso mi estilo de coaching combina técnica y conexión empática. La técnica por sí sola puede ser peligrosa si no se complementa con un trabajo profundo sobre uno mismo y una verdadera conexión con el cliente.
¿Qué impacto ha tenido este enfoque en las organizaciones con las que ha trabajado?
En los últimos 15 años, el coaching sistémico ha ayudado a las empresas a comprender las dinámicas internas que generan tensiones, como los conflictos entre áreas o la falta de alineación en los equipos. Esto permite a las organizaciones mejorar su cultura y su productividad mientras cuidan a las personas que las componen. El modelo también ayuda a crear un equilibrio entre las necesidades individuales y las del sistema.
¿Cómo manejan la resistencia al cambio dentro de las organizaciones?
El cambio cultural es un proceso que requiere tiempo y debe ser gestionado con cuidado. La resistencia no es algo negativo; es un mecanismo natural para evitar la desintegración. Por eso trabajamos de manera gradual y ecológica, respetando los tiempos y las necesidades de las personas y del sistema. Esto puede tardar años, pero es la forma de lograr un cambio sostenible.
¿Cómo abordan las diferencias generacionales en las organizaciones?
Aunque es cierto que las nuevas generaciones traen prioridades diferentes, creo que etiquetar a las personas por generaciones es simplista y peligroso. Todos buscamos sentirnos valorados, respetados y seguros. La clave está en crear espacios flexibles donde se reconozca y valide la diversidad de contribuciones, sin intentar que las personas se adapten a estructuras anticuadas.
¿Qué rol juega el propósito en los sistemas, ya sea en una organización o en una relación personal?
El propósito es el corazón de cualquier sistema. Sin un propósito claro, los sistemas tienden a desintegrarse. Es fundamental conversar y acordar un propósito común para que las personas puedan alinearse y elegir comportamientos que contribuyan a la vida del sistema. Esto aplica tanto en empresas como en relaciones personales.
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