Desde hace años, como trabajadora social he caminado comunidades, he escuchado testimonios que estremecen, he acompañado a mujeres que han enfrentado violencias que muchos prefieren ignorar. Por eso me duele profundamente cuando escucho propuestas que, lejos de atender los problemas estructurales del país, buscan eliminar espacios que han sido conquistados con lucha, con lágrimas y con vidas.

En Panamá tenemos desafíos enormes. La basura se acumula, muchas veces frente a nuestras casas. Falta agua en barrios, comunidades y centros escolares. Las filas en los hospitales no terminan, los medicamentos escasean, los caminos en las comarcas y en los pueblos del interior están llenos de huecos o ni siquiera existen. Nuestras escuelas públicas, sobre todo en zonas rurales, siguen siendo ranchos. Y nadie ha dicho que por eso hay que cerrar el Ministerio de Salud, el Idaan, el MOP o el Ministerio de Educación.

Sin embargo, basta con que el Ministerio de la Mujer enfrente dificultades –como cualquier institución en un país en crisis– para que surjan voces que exigen su cierre. ¿Por qué siempre se pone en duda lo que ha sido creado para proteger los derechos de las mujeres?

Las mujeres somos más de la mitad de la población. Pero seguimos siendo tratadas como si fuéramos una minoría, como si nuestros problemas no contaran. El año pasado, 28 mujeres fueron asesinadas en Panamá por el simple hecho de ser mujeres. Más de 19 mil casos de violencia doméstica fueron denunciados. Eso no es un problema “de familia”, es una emergencia nacional. Y aun así, en lugar de fortalecer la institución que debe liderar la respuesta, hay quienes quieren desaparecerla.

Yo he estado con mujeres que lo han perdido todo. Que llegaron a un albergue con sus hijos huyendo de sus agresores. He visto el miedo en sus ojos, pero también la dignidad con la que intentan reconstruirse. Ellas no necesitan que les cierren puertas, necesitan que el Estado les dé la mano. El Ministerio de la Mujer no es perfecto, pero es un espacio que representa esa posibilidad de apoyo y esperanza.

Este ministerio no es un capricho. Es el resultado de décadas de lucha, de generaciones de mujeres que abrieron camino: Clara González, Esther Neira de Calvo, y muchas más que no salen en los libros. No es un favor: es un derecho.

Transformarlo en una simple secretaría bajo otro ministerio es debilitarlo. Es quitarle presupuesto, autonomía, rango. Es como decirle a las mujeres que sus vidas, sus luchas, su dolor… importan menos. Es un mensaje peligroso, porque en un país donde aún se naturaliza la violencia contra las mujeres, reducir esta institucionalidad es volver a decirnos que nos arreglemos como podamos.

Sí, el Ministerio de la Mujer tiene mucho por mejorar. Pero eso se hace evaluando, auditando, capacitando, fortaleciendo, no desapareciendo. Si la solución a cada problema fuera cerrar instituciones, ya no nos quedaría Estado.

Hoy más que nunca necesitamos un Ministerio de la Mujer fuerte, técnico, con presupuesto digno y con independencia política. No para que sirva a un gobierno, sino para que sirva a todas las mujeres, especialmente a las más olvidadas: a las indígenas, a las mujeres rurales, a las trabajadoras informales, a las migrantes, a las niñas y adolescentes que apenas están empezando a soñar.

Cerrar el ministerio no es solo una decisión administrativa. Es un golpe simbólico y real contra todas las que creemos en un país más justo. Las instituciones no se cierran porque incomodan, se fortalecen porque son necesarias.

No le cerremos la puerta a quienes más necesitan que se las abramos. No apaguemos la voz que con tanto esfuerzo hemos logrado que se escuche.

Escribo este texto en honor a mi madre Isabel Molina Ortega (q.e.p.d.), quien fue a representar a Panamá en el Año Internacional de la Mujer en México en el año 1975. El Año Internacional de la Mujer (1975) fue clave para visibilizar la desigualdad de género a nivel mundial. Impulsó la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer en México, promovió políticas públicas con enfoque de género y marcó el inicio del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer. Este año fortaleció el movimiento feminista global y colocó los derechos de las mujeres en el centro de la agenda internacional. Este año 2025, han transcurrido 50 años de este evento.

* La aurora es trabajadora social y docente universitaria.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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